19 de septiembre de 2010

Descripción detallada del aparejo de los arados y yugos en los pueblos de Castilla


Yugo de machos con su barzón. Yugo de vacas. Freno de carro. 

(Extracto de un estudio de Eutiquio Cabrerizo de Fuenteargemil, en la provincia de Soria)

Las herramientas principales de la labranza: el arado y el yugo
He aquí uno de los instrumentos clave de la historia del hombre. El utilizado es el arado romano, perteneciente a la variedad de arados "cama" o castellano, de cama curva, reja lanceolada y timón simple. No obstante la clasificación, se pueden observar variedades accidentales con otras zonas de Castilla. En el pueblo no se fabricaba. De la parte de Cantalojas y Atienza, traían los dos tipos usados: el de madera y el de hierro, éste más moderno. En aquél, a excepción de las velortas todos sus elementos eran de madera. Es un instrumento articulado totalmente: la pieza más larga se llama timón, en cuya parte delantera lleva tres o cuatro agujeros, los clavijeros, donde se recogía la labija o clavija, que queda metida en el barzón del yugo. En su parte final lleva clavado un material metálico o de goma, la rastra, para proteger la madera en el arrastre por los caminos. El timón se une a la cama con unos aros metálicos, llamados velortas, sujetos a la madera con las hitas. La cama es ligeramente curva, con igual anchura por arriba que por abajo, en el tipo usado en nuestro pueblo; como en ella recae gran parte de la fuerza, se utilizaba madera dura, sobre todo de encina, como el resto de las piezas; no así para el timón, que era de chopo. Si la esteva atraviesa la cama de atrás adelante, el dental la perfora de delante atrás. En su parte central lleva una ranura en la que se introduce el rabo de la reja, que se fija mediante una cuña, llamada pezcuño. La punta delantera de la reja sobresale del dental y es la que penetra en la tierra, para labrar. Ésta puede ser aguzada o esclopiada. La telera sirve para que el arado no se doble; es una tira fuerte de hierro que une dental y cama. Las dos orejeras se sitúan de forma oblicua por ambos lados del dental; abren el surco. Las del arado de rejarcar eran más pequeñas que las habituales.

Descripción del proceso de arar
Se empezaba por preparar la parte motor. Ésta era siempre animal: dos bueyes o dos vacas; más modernamente, dos machos, dos burros o mixto de vaca y burro. En función de estas combinaciones, algunos aparejos cambian. Lo primero que se hacía, era unir a los animales, de tal forma que no se separaran y entre los dos repartieran la fuerza necesaria. Esta operación se denomina uncir o yuncir. Se yuncían, con el yugo, fuerte intrumento de madera de encina que unía a los vacunos por la testuz, nuca y cuernos y a los équidos por el cuello. Los yugos utilizados en nuestro pueblo procedían de la parte de Atienza; que sepamos, hay por lo menos cuatro clases: 
  • De vacuno
  • De macho/ burro
  • Mixto, llamado de buey y bestia
  • De rejarcar.

Éste era más largo y podía llevar dos arados, ya que exigía menos esfuerzo por parte del labrador, al necesitar profundizar menos en la tierra. El de bueyes consta de una sola pieza, con dos ligeras ondulaciones que se apoya sobre la testuz, llamadas camellas. Los de mulos unen a la pieza principal, cuatro palos perpendiculares en los extremos, las costillas, en los que se mete el cuello del animal. Es evidente que deben ir muy bien sujetos al animal, dada la fuerza que soportan y, al mismo tiempo, conseguir hacerle el mínimo daño posible. A los cuernos del buey o vaca se ataba con las coyundas, al tiempo que de su frente colgaban unos adornos, llamados frontiles; porque la estética también contaba. El de los machos y burros no se apoya directamente sobre el cuello, sino sobre la collera, relleno ancho de paja de centeno, forro de lona dura, con cuero por fuera. Justo de la mitad del yugo, cuelga un gran anillo de madera, llamado barzón, en el que se introduce el timón del arado, listo para labrar. El barzón se sujeta al yugo por unas tiras de badana, llamadas barzoneras, mientras que el timón queda enganchado en el barzón con la labija o clavija, largo trozo de hierro.
De casa a la tierra y de la tierra a casa, el arado se ponía entre ambos animales, sobre el yugo, apoyado sobre la cama, arrastrado por los angostos caminos, en la parte final del timón. Como éste es de madera, y para que el arrastre no lo consuma, lleva un trozo de metal o abarca vieja, la rastra, que se apoya directamente sobre el suelo. Los yugos se solían vender pintados, bien de rojo, azul o color crema claro. Era espectáculo de vida ver decenas de yuntas al atardecer, cuando volvían de la dura jornada, después de permanecer encorvado el labrador sobre la esteva. El ruido de la rastra, el cantar del caminante y la tenue luz del crepúsculo formaban un cuadro de esperanza y dureza. El labrador llevaba siempre en su mano la restola, largo palo que servía para arrear la yunta en la labranza; o para dirigirla por delante, cuando era de bueyes o vacas que tiraban del carro. El labriego se situaba delante de la yunta, a una distancia que le permitiera poner la restola en medio del yugo; de esta forma, los animales le seguían. En su parte inferior lleva un triángulo de metal plano y macizo, el gavilán, con el que limpiaban las orejeras y arrancaban los cardillos. En la superior, lleva una punta metálica cuando se araba con bueyes o vacas, la ahijada o rejón; si se araba con machos o burros, la restola llevaba una larga correa, la tralla.
 
Enlaces relacionados:

Caballos en Vellosillo (Nordeste de Segovia)

2 comentarios:

  1. ¡Gracias! Un artículo muy exhaustivo que explica muy bien todo.

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  2. Gracias por compartir este conocimiento. Saludos desde Colombia

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Gracias por tu comentario