26 de abril de 2011

La sociedad olvidada: el futuro de la agricultura como negocio


Muchos sentimientos rondan en la cabeza de Alejandro. Rabia, por no haber cazado el último repunte del cereal; sorpresa, por no ver ni un euro de esa tendencia alcista en los precios de los alimentos y decepción, con la clase política por girar su cabeza hacia los bancos y olvidar a la sociedad. 'Se les tenía que caer la cara de vergüenza a los que dicen que han reducido un poco el beneficio cuando hay muchísima gente que está intentando salir adelante y no ven el beneficio por ningún lado'. Alejandro García es agricultor desde que le parió su padre. Un hombre de 78 años que se rasgó las vestiduras cuando su hijo le propuso seguir sus pasos. 'Estudia', le dijo, pero el campo tiró más fuerte.

Ahora Alejandro hace frente, con la ayuda de varios empleados y en temporada de recogida la de su propio padre, a la eterna crisis del sector agrícola. Insuperable si no fuera por los 6.000 millones de euros que recibe España de la Unión Europea fruto de la Política Agraria Común (PAC) y que sitúa a nuestro país en el podio de los receptores. No obstante, 'la competencia desleal', como él la llama, de países con menos trabas legales a la hora de contratar mano de obra le ha obligado a buscar otras alternativas. 'Es dificil competir con países como Marruecos donde no se paga ni seguridad social y los jornaleros cobran la quinta parte que en España', espetaba.

La solución a ese problema es la tecnología. Un panel solar, sobrelevado para que no se lo roben, le ahorra 1000 euros en gasoil para regar las 16 hectáreas de viñedo que cubre el sistema que surte el riego por goteo.'En el campo existe ese miedo por lo nuevo pero resulta lo más competitivo', apuntaba el agricultor sobre un método que le costó 'tres millones de las antiguas pesetas' (18.000 euros) pero que un 45% del costo fue subvencionado por ser joven agricultor. Este sistema de energía renovable le mantiene al margen de las fluctuaciones del petróleo, principal condena de la agricultura española dentro de la falta de rentabilidad que sufre.

Una falta de rentabilidad que se debería paliar con el elevado precio de los alimentos pero, como dice la Coordinadora de Agrupaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), 'la agricultura y la alimentación están en manos del mercado financiero'. Más allá de la 'mordida' de los intermediarios, sempiterna queja de los agricultores, la mala suerte se ha cebado este año con muchos productores de cereal nacional. La escalada de precio de la cebada, al doble en apenas medio año, no ha cogido a muchos como Alejandro que vendieron su producción en temporada. 'Por lo menos nos ha animado a plantar más para el próximo año', se consolaba.

Sin embargo, el enfado le vuelve a la garganta ante parte de su querido viñedo. 'Es vergonzoso que este año cueste más un kilo de cereal que uno de uva teniendo en cuenta la diferente producción que necesitan uno y otro', lamentaba. Fiel defensor de la gran punta de lanza de nuestro país, la vid y el olivo, cultivos que 'traen vida'; Alejandro ni se plantea dejar el campo, una profesión que él eligió teniendo los contras en casa como el trabajar de sol a sol o concebir la jubilación como un sueño inalcanzable. 'Es una satisfacción que o se vive o no se entiende', finalizaba la charla para continuar en una lucha cuya satisfacción está en compartir unos vasos de vino, propio, con unos amigos.



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