Miguel Angel García con un burro. 1965 |
Cada cierto tiempo el pueblo era visitado por barberos que lo mismo cortaban el pelo que extraían muelas en mal estado. Podían operar de anginas y vegetaciones.
Lo mejor era no enfermar o sufrir un accidente, ya que la solución era siempre un poco complicada. La tasa de mortalidad infantil era muy alta como corresponde a una sociedad con carencias de higiene y no muy bien alimentada, que básicamente se curaba con remedios caseros y naturales. Los supervivientes de las sucesivas generaciones solían ser hombres y mujeres muy fuertes físicamente debido al duro proceso de selección natural.
Antiguos relatos narraban el horror de la gripe española de 1.918 que diezmo el pueblo y los alrededores, con escenas apocalípticas de carros que bajaban los cadáveres al cementerio antiguo para ser enterrados en cal viva, como se hacía con la peste negra de la edad media.
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