2 de noviembre de 2010

Situación social en Sepúlveda en los años previos a la guerra civil


Una idea del ambiente durante la República (1931-1936) en Sepúlveda anterior a la guerra puede darla el siguiente extracto de las Actas del Ayuntamiento de Sepúlveda por Antonio Linage Conde

“En las elecciones del 12 de abril de 1931 salieron elegidos siete concejales derechistas y dos de izquierdas, Antonino Albarrán Moreno y Francisco Conde Montero. El candidato derechista más votado, José Gozalo Linage, comerciante, fue designado alcalde. El que le siguió, Miguel Abad de la Serna, comerciante también, fue alcalde después, como veremos. Incoado un expediente de protesta contra el resultado, el 28 de mayo el Gobernador destituyó al ayuntamiento, y nombró gestor a Luis Revilla Casla. 
Celebradas nuevas elecciones, con resultados similares a las anteriores, el 5 de junio se constituyó la nueva corporación, bajo el mismo alcalde, 
Las sesiones municipales eran tormentosas, mostrándose combativo el público asistente, a veces suspendidas a la fuerza, prolongándose los incidentes a veces en la calle, dando lugar a la intervención de la Guardia Civil y los serenos, y posteriormente a la imposición de multas. El 19 de enero de 1932 cinco concejales pidieron al alcalde, so pena de abstención, que tuvieran lugar por la mañana, o sea en horario de trabajo, a fin de evitar ”los grandes escándalos, insultos y amenazas que impiden el que cada uno exponga libremente su pensamiento”. El alcalde se lo concedió pero el Gobernador impuso la hora de las ocho de la tarde. 

El 6 de octubre de 1932 se celebraron las nuevas elecciones, con resultados similares a las anteriores, y fue alcalde Miguel Abad de la Serna. Había habido en Sepúlveda dos elecciones anómalas, la primera por la anulación gubernativa de las precedentes, la segunda por dimisión tormentosa de los ediles. 

Ese ayuntamiento estaba en el poder cuando en febrero de 1936 tuvieron lugar las elecciones generales que dieron la victoria al Frente Popular. El 11 de mayo el Gobernador Chacón de la Mata destituyó a los seis concejales de la mayoría de derechas y nombró una comisión gestora, en la que seguían los dos concejales Albarrán y Linage (concejal de Izquierda Republicana, padre del actual cronista de la villa Antonio Linage Conde estaba en Madrid con lo que se libró de ser fusilado por los nacionales). La presidió un militar retirado Fermín-.Elías Sanz Velasco. Tenientes fueron Albarrán, que era empresario de automóviles, y el carpintero Pedro Antón Morata.

El 16 de julio, o sea dos dìas antes de la sublevación que dio origen a la guerra civil, hubo sesión. La siguiente fue el día 30, ya de la nueva corporación nombrada por las autoridades insurgentes. Entre las actas de las dos, el secretario, Luis Sánchez de Toledo, puso una diligencia “para hacer constar que la de apertura de ese libro de actas no habían podido ser firmadas por los gestores Sanz, Albarrán y Antón, “por haber desaparecido a raíz del Movimiento Nacional”. La realidad era que esos tres hombres estaban presos en la cárcel de Sepúlveda, sita enfrente del ayuntamiento donde esa diligencia se escribía. Acaso el secretario los estaba viendo cuando la redactó, pues la cárcel tenía ventanas enrejadas. Allí permanecieron hasta ser fusilados el 21 de agosto. 
Existió un paralelo entre el panorama local y el nacional. El Gobernador destituyó al primer ayuntamiento republicano el 16 de mayo de 1931, unos días después de la quema de conventos en Madrid, la primera alteración grave de la tranquilidad con que se había implantado la nueva forma de gobierno. En Sepúlveda la conflictividad fue desde entonces  en aumento a la medida de la del país. 

Ya el 9 de junio de 1931 presentó en la sesión su programa la minoría de izquierda. Pedía la creación de un grupo escolar, pues las escuelas eran cuevas casi inhabitables, y había que aprovechar las facilidades del Ministerio de Instrucción Pública. Se hacia hincapié en el cambio de nombres de calles, sugiriendo los de Galán y García Hernández y Pablo Iglesias, Plaza de la República, y dos para personajes locales, Emilio Zorrilla que había sido un militar liberal de la generación anterior, y Valentín Sánchez de Toledo. Éste era el último gran señor y fue diputado en la Restauración y Gobernador de Barcelona. La oposición de izquierda hacía ver con su inclusión que no se inspiraba en móviles políticos y reconocía los servicios prestados al pueblo por todos. ese gesto fue el único de apaciguamiento en todo el período.
 
Se aprobó el nombre de Plaza de la República para la de la Constitución. La oposición insistió en los otros cambios. En la sesión del 30 de septiembre el alcalde contestó despectivamente a propósito de Galán. La minoría pidió dar cuenta de su frase al Fiscal de la República. El alcalde sostenía que había que respetar la tradición y que los nombres de las calles eran típicos, a saber la Picota, San Justo y la Barbacana, habiéndose hecho ya un acto de reconocimiento al régimen con el cambio de la plaza. Albarrán propuso que la de Santiago se llamara de Ferrer Guardia, por haber sido éste creador de las escuelas laicas, y ser allí donde iba a emplazarse el grupo escolar. La tesis de la oposición era que se imponía precisamente acabar con la tradición. Al fin, el 9 de diciembre se aprobaron los nombres de Iglesias y Galán y García. 

Retroactivamente se pedía si era posible la anulación del acuerdo nombrando hijo adoptivo al Conde de Sepúlveda, José Gil de Biedma, “pues dejando a salvo los respetos debidos a la persona, ni su personalidad política ni su labor en favor de la Villa” le hacían acreedor a ello. Curiosamente, hacía unos pocos años, el citado escultor socialista Barral, había hecho gratis una placa de homenaje a su padre, Javier Gil Becerril, encargada por el ayuntamiento. La distinción a Gil de Biedma fue muy anterior, en 1918. 

Otro problema candente era el anticlericalismo y su contrario. Una propuesta de la minoría de izquierdas, naturalmente rechazada, fue felicitar al Presidente de la República y el Ministro de Justicia por la separación de la Iglesia y el Estado. El 26 de agosto, en vísperas de las fiestas anuales de toros, la propuesta rechazada fue de no invitarse a la presidencia a las autoridades eclesiásticas, haciendo ver el secretario que se hacía por si eran necesarios los auxilios espirituales. 

El 16 de diciembre la queja fue porque en la cantina escolar se obligaba a los niños a rezar, en vez de dejarles escoger el camino que mejor cuadrara a sus ideales al llegar a la edad de la razón. Si el estado era laico debían serlo igualmente los establecimientos por él subvencionados. Al secularizarse el cementerio, se pidió que se trasladaran a él con la máxima solemnidad los restos “de dos o tres desgraciados que hay en el civil”. 

El 14 de julio de 1934 se celebró en el Teatro Bretón el centenario de la abolición de la Inquisición, interviniendo además del concejal Albarrán el catedrático Dimas Langa, el diputado provincial Demetrio Hoyos, Manuel Azar (sic), y Domingo Herranz. Hay que tener en cuenta que la época era de enardecimiento oratorio. Los mitines políticos eran vivos y concurridos, a veces floridos, El Gobernador se dirigió una vez sin contemplaciones al alcalde Abad por haberse negado inconstitucionalmente el teatro a un llamado Gabriel Sánchez para un acto protestante. Abad replicó que la solicitud había sido vaga e informal. 

En los libros de Actas del Ayuntamiento afloran algunos de los episodios extra municipales que testimoniaban la pérdida del sentido de la convivencia, una tensión que se refleja a veces con más detalle en la correspondencia y los registros de salida. 

Los enfrentamientos se producían más a menudo de noche. De ahí el curioso protagonismo de los serenos en el gobierno local, habiéndoselos llevado a veces a los tribunales, y también a la inversa, ello aparte de la continua discusión municipal suscitada sobre su conducta. 

En la sesión del 16 de diciembre se llegó a decir que el Juzgado Municipal no inspiraba confianza por estar sometido al caciquismo. La expulsión de dichos serenos fue una de las primeras medidas tomadas por el ayuntamiento frentepopulista en 1936. Y a propósito de los libros de actas hay que tener en cuenta que su valor está mermado como fuentes de este aspecto de la vida del pueblo, por lo numeroso de las sesiones a las que la oposición no asistió, además de los de vacancia de todo el ayuntamiento. 

De la una a las cinco de la noche del 12 al 13 de julio, del mismo año inicial de la República 1931, se pusieron en la Plaza discos de gramófono, coreados por izquierdistas. 

La madrugada del 21 de septiembre otra alteración del orden volvió a poner sobre el tapete al citado Gil de Biedma. La placa de mármol del nombre de la calle del Conde de Sepúlveda fue rota, apedreada, golpeada y manchada. Se dijo que había habido amenazas de quemarle la casa. En la sesión del 30 el alcalde dijo que el conde era acreedor al cariño y respeto de todo buen sepulvedano, no sólo por los beneficios materiales, sino por su predilección y cariño hacia Sepúlveda. Se le contestó que el incidente se había debido al malestar causado por la negativa a dar el nombre de otra calle a Galán y García, y que los beneficios del Conde se habían exagerado, 

Estos incidentes nocturnos siempre implicaban la intervención de los mencionados serenos, estando la oposición de izquierda disconforme sistemáticamente con la actuación y los partes de los mismos, y haciendo la consiguiente propuesta de censura. Además, en la sesión del 7 de octubre la minoría de izquierda se quejó de que la Guardia Civil patrullara las calles de noche. El alcalde replicó no ser de su incumbencia, y desconocer quién había dado esa orden, aunque opinó podía deberse de la frecuencia de robos en la región. 

La oposición entendía que esa presencia de la Benemèrita en la calle era una coacción, que el alcalde no podía tolerar. También se protestó por haberse obligado en las fiestas de los toros de fines de agosto a un concejal y a un médico de Madrid a guardar una bandera roja que llevaban, la cual ellos entendían simbolizaba el socialismo y no el comunismo. 

En la sesión del 28 se dijo abiertamente que había que ir contra el caciquismo, que existía una lucha encubierta entre los radicales socialistas y los traidores a la República, que la Guardia Civil estaba al servicio del caciquismo, y que las autoridades coaccionaban a la oposición. Se pidió la constancia en acta de que la mayoría del ayuntamiento era traidor a la República. El 18 de noviembre se habló de una oposición “que representaba la fuerza republicana con todos sus matices, conscientes y leales, mientras la mayoría era traidora y enemiga del régimen, monárquicos disfrazados”. 

Ahora bien, para situar en su contexto esta tremenda atmósfera de agresividad, hay que tener en cuenta que Sepúlveda contaba entonces unos mil quinientos habitantes. La industria era mínima, y también la agricultura por lo escaso y peñascoso del término. Las desigualdades sociales eran grandes, pero no podían estar polarizadas como en los lugares de otra base económica, urbana o rural. Se tiene la impresión de asistir a una rebelión contra una situación ancestral, estimulada por las ilusiones de nuevos tiempos que había suscitado el advenimiento republicano. Por ejemplo, en la sesión del 14 de octubre de 1931 se trajeron a colación las elecciones ya bastante pretéritas en que Gil de Biedma había sido candidato, recordando sus procedimientos de “pagar los días anteriores a los electores el vino en las tabernas, embriagándolos, apedreando a veces las casas de quienes no eran partidarios de su candidatura, e insultando a los vecinos que no compartían su ideología. 

El acta de la sesión de 30 de diciembre de 1931 no pudo aprobarse, al haberse tenido que suspender por la consabida alteración del orden público. En ella se había hablado del rumor de que se estaba formando una asociación para perseguir a los afiliados al Círculo Radical Socialista, incluso cercándolos por hambre, y que de ser así se contestaría incluso con el robo y el asesinato. 

En La Voz de Segovia, escribía el mismo concejal Linage sobre un matador de toros nacido en 1908 en la villa, Victoriano de la Serna. : “Y en estos momentos de luchas políticas y de inquinas personales, de evolución social y transformaciones políticas, es un choque brutal la calma, el reposo, la alegría rosada por la esperanza de un muchacho que empieza y que anhela romper la frialdad de un ambiente hosco y la dureza de muchas incomprensiones para conquistar un nombre en el mundo del arte. Tarde de Castilla. Duelo de luces y colores. Nieve en las cumbres. Escarcha en las umbrías. Sol, sol castellano que acaricia con indolencia, con reflejos de amor. La Plaza de la Violeta, donde tiene el estudio el joven escultor Juan-Vicente López, es un minarete que nos descubre la vega del Caslilla”. 

La primera sesión del nuevo ayuntamiento frentepopulista fue el 11 de mayo de 1936. El alcalde Sanz Velasco dirigió un saludo al pueblo, expresando su propósito de “laborar por el bien de este vecindario, inspirando todos sus actos en un acendrado republicanismo, terminando invitando a sus compañeros y público en general para que, puestos en pie, gritaran con él Viva la República, Viva el Frente Popular y Viva España, vivas que fueron entusiásticamente coreadas por todos los asistentes”. Hay que tener en cuenta que la composición política de la corporación era homogénea. 

Mientras tanto, el grupo escolar estaba ya casi terminado. Era un edificio noble en la parte alta del barrio de Santiago,. En la sesión del 27, aprovechando un Decreto del 7 de febrero, se acordó construir casa para los ocho maestros de la plantilla en el edificio que se seguía llamando Escuelas de Santiago, encargando a Linage gestionar la subvención en el Ministerio de Instrucción Pública. El Grupo Escolar no había sido estrenado y tardó en serlo mucho tiempo, pero sin pérdida de tiempo fue convertido mientras duró la contienda en hospital de sangre. 

El 27 se acordó dar su nombre a las calles donde habían nacido Emiliano Barral y Victoriano de la Serna, aceptándose la propuesta de ponerse de acuerdo con ellos para fijar el momento oportuno. 

En la noche del 1 de junio de 1935, en uno de los consabidos incidentes, un guardia civil había pegado al vecino Rufino Castro. Se produjo después un tumulto, con voces pidiendo justicia. Siendo ya más de las once otra pareja de la Benemérita cerró la taberna de Román Ayuso, conocida cariñosamente como La Choza de Seisdedos, donde los guardias fueron insultados. Tras las elecciones de 1936 se consiguió que se iniciara un expediente gubernamental para aclarar la cuestión y depurar responsabilidades. 

En la revolución de octubre de 1934 había participado en Asturias un sepulvedano apodado el Perucho. Al ser liberado en aplicación de la amnistía concedida en 1936 por el nuevo gobierno del fente popular , fue recibido en la villa por una manifestación con la banda de música. 

La prohibición municipal de la procesión del Corpus aumentó la tensión. 

Al terminar el baile dominical en la Plaza, durante el mes anterior a los toros, la banda tocaba el himno nacional. Un falangista sepulvedano, el abogado Marcos Cristóbal, hizo entonces el saludo brazo en alto una de esas veces, siendo encarcelado gubernativamente en Burgos. Había sólo otros dos afiliados a Falange del pueblo. Los padres de los tres, que eran el ex alcalde Abad y el ex concejal Cristóbal López, y el comerciante Tomás Alonso Gómez, fueron detenidos dos días en la cárcel de la villa por orden municipal. 

Un telegrama del Gobernador Chacón de la Mata obligaba al ayuntamiento a telegrafiarle todos los días a las doce de la mañana y las cinco de la tarde por si había habido alteraciones del orden público. Insistía en que se tuviera cuidado con las iglesias y capillas que pudieran ser objeto de agresión. 

Aunque la “otra” vida seguía. Como siguió en la guerra y la postguerra. El 10 de mayo hubo “una gran velada artística”. Un dinámico maestro, Jaime D.González, poeta y músico, tuvo protagonismo en ella. Se representó Un drama de Calderón, pero de Muñoz Seca y Pérez Fernández. Se leyeron Las campanas de Edgar Allan Poe, y Exhortación a la caridad, de Víctor Hugo. La Orquesta Guitarrística interpretó una marcha de Wagner, Bajo la doble águila, el Lamento indio de Rimsky-Korsakof, y una serenata de Serrano, El carro del sol, además de dos composiciones y sus letras del propio González, Redención y Canto a Sepúlveda. Ésta todavía se conoce localmente: “¡Sepulvedana,/ rosa fragante y lozana/ de los campos castellanos! Para ti tejen mis manos/ corona de soberana[...] Siete puertas derruídas,/ callejones por doquier,/ y en las rejas escondidas/ unos ojos de mujer./ ¡De mujer!/ Mal de amores,/ susurros, noche serena,/ la campana, allá en lo alto,/ en la queda suena y suena”. 

La última sesión de esa corporación tuvo lugar el 16 de julio. 

Lo que ocurrió entre los días 17 y 19 siguientes es bien conocido. 

Dos políticos de la República, el Presidente del Consejo Joaquín Chapaprieta y el ministro José-María Gil Robles, reflexionaron retrospectivamente sobre ella y su liquidación, en sendos libros titulados "La paz fue posible" y "No fue posible la paz". A la luz de la vida sepulvedana esos años habría que dar la razón al último. “ 



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