“Un prado abaxo e luego subimos una costezuela questará tiro e medio de ballesta, e luego abaxamos una laderuela abaxo hasta el lugar dicho Corral e queda a la mano derecha Vellosillo del camino dos tiros de ballesta, e ansy mismo a la mano derecha queda la Frexneda a media legua”
(Itinerario de Enrique III de Castilla. Año 1.395)
Alrededor del año 720 Los árabes poseían la Península excepto la zona de Picos de Europa y parte de Cantabria. La conquista fue fácil aprovechando las disputas internas de los nobles visigodos. El pueblo llano cristiano siguió viviendo en un régimen de servidumbre similar.
Pelayo, noble visigodo huido de Toledo, organiza a los astures y cántabros, quienes igual que no habían permitido el paso a sus tierras de romanos o visigodos, tampoco lo permitieron a los árabes. Estos los despreciaron como “asnos salvajes”, y tras la escaramuza de Covadonga, no consideraron necesaria la conquista del territorio, sino que se conformaron con realizar rápidas expediciones de saqueo.
En torno al 740 en Asturias reinó Alfonso I (tras Pelayo y su hijo Favila). Se produce en ese momento una grave rebelión de los bereberes (procedentes del Norte de Africa , que conformaban el ejercito moro) contra los árabes (procedentes de la península arábiga, privilegiados dirigentes del poder político musulmán en la Península). Los centros de control musulmán en las ciudades de la cuenca del Duero quedan debilitados y en parte desguarnecidos por los bereberes .
Alfonso I aprovecha la situación y extiende su reino a Galicia y Vizcaya, territorios fértiles pero bastante despoblados. Asimismo se atreve a bajar del refugio de las montañas y ataca el extenso valle del Duero, realizando largas cabalgadas con millares de jinetes dirigidos por su hermano Fruela. No se trata de conquistar. Las razzias de Alfonso I siguen siempre el mismo patrón: Toman cualquier ciudad del valle del Duero ( Ledesma, Salamanca, Zamora Astorga, León, Simancas, Ávila, Segovia, Sepúlveda, o Saldaña), matan a todos los moros que encuentran y se llevan a la población cristiana al Norte, después abandonan las ciudades.
Con ello Fernando I consigue dos objetivos: incrementar la población dedicada a la agricultura o a la guerra en su reino. Importante la población que habitaba los Campos Góticos (Tierra de Campos), godos de gran tradición guerrera que se integraron en el ejercito de Asturias. Y el segundo objetivo crear una extensa tierra de nadie entre el Sistema Central y los Picos de Europa, prácticamente deshabitada y que no fuera capaz de mantener de forma estable ningún posible ejercito de invasión musulmán procedente de Toledo o de Córdoba. Los árabes por su parte no intentaron una repoblación posterior.
La penísula en el siglo IX |
La Meseta al sur del Duero quedará prácticamente despoblada durante casi 200 años, en que se comienza a repoblar por los cristianos. Constituyó un desierto excepto algunas aldeas y grupos ambulantes dedicados a la ganadería, siempre en guardia ante posibles ataques cristianos o musulmanes. Es lo que se conoce como el “Desierto del Duero”.
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