2 de octubre de 2010

Los eremitas en el cañon del Caslilla


San Antonio Abad pintado por el Bosco


Desde el siglo III, durante el imperio romano, de un manera lenta Europa se ruralizó. La gente abandonó las ciudades y había gran escasez de moneda, lo que hizo que prácticamente desapareciera el comercio. El proceso de ruralización se acentuó con las invasiones de los bárbaros (siglos V-VIII) que caracterizó una etapa donde la vida cotidiana estaba regida por el miedo al mundo exterior y en definitiva a la muerte. Es una etapa de angustias y temores ante los todavía recientes ataques bárbaros en los que la violenciaha sido la nota más significativa. Esa inseguridad, ese miedo a la amenaza, será el germen del régimen señorial que conducirá al feudalismo.

La fragilidad de las rutas comerciales impiden la mayoría de las transacciones y, por lo tanto, es más fácil encontrar alimentos en el campo, produciéndolos uno mismo. Y como la preocupación por la defensa está presente, es preferible ceder las tierras a un señor a cambio de protección. 

Durante esos tiempos de la alta edad media las cuevas del cañon del Casilla, al igual que buena parte del cañón del Duratón, fueron habitadas por los eremitas, monjes vinculados a la figura de San Frutos, patrón de Segovia, y parte de un movimiento creado por San Antonio Abad en Egipto en el siglo III. Los imponentes paisajes y las cuevas de los cañones formados por la erosión de los  ríos ya habían sido lugares de culto pagano a las fuerzas de la Naturaleza, y se convirtieron en un escenario perfecto para el culto de los ermitaños.

Monasterio de San Frutos
El eremitismo es una forma de vivir o práctica cristiana muy antigua que tiene su mayor apogeo en los primeros siglos de la Edad Media. Consiste en retirarse a vivir haciendo oración y penitencia en lugares apartados y deshabitados, utilizando cuevas naturales o bien fabricadas en acantilados de roca arenisca, que se podía tallar fácilmente. Es una manera de interpretar la huida evangélica del mundo. Caminar, visitando lugares santificados por santos o sus reliquias, era una manera de huir de sí mismo; la otra era apartarse en un lugar solitario. Es un sistema de vida monacal de época preferentemente visigoda pero que tiene su continuación en los primeros siglos de la recuperación del reino. Coincide también con el inicio y desarrollo de los primeros siglos de las peregrinaciones jacobeas. 

Esta forma de vida religiosa suele considerarse de tres maneras:
  • Eremita, -de eremus, desierto-, que es la persona que se retira al desierto para vivir alejado del mundo
  • Anacoreta es el que hace vida solitaria, aunque relacionado con el pueblo, para recibir ayudas primarias y responder con las suyas en forma de enseñanza y predicación
  • Recluso que es el que se encierra en un lugar recóndito emparedado junto a una iglesia o ermita. A veces los tres términos se usan indistintamente.
El eremitismo se hacía en pequeñas cuevas, en forma de celdas individuales -cella, de donde procede el nombre de muchos lugares: Cellórigo, Cilleruelo, Cillaperlata etc.-, a veces se formaban conjuntos, con celdas individuales y con iglesia común, donde se reunían a la oración, -collatio- y tenían cementerios comunes, además de espacios necesarios para almacenar víveres para la comunidad.

El eremitorio tiene función de cueva, gruta, caverna. Siempre se elegía la cercanía a un gran río, manantial de agua o la orilla de un arroyo, que también tiene sentido de fuente, manantial, hontanar que es símbolo a su vez, del origen de la vida y es el centro de donde parten los ríos del paraíso. La cueva del eremitorio es también lugar de ocultación y defensa, contra enemigos ya que después de la invasión islámica era donde se ocultaban los monjes anacoretas ante los repetidos ataques exterminadores y predatorios de los musulmanes.

Eremitorios
En todo caso se distingue mejor un cenobita (cenobio = monasterio) que un eremita, porque el primero vive en comunidad, organizada bajo una regla y superior o un abad y el segundo vive solo, independiente y aislado. Para venerar a San Frutos, los monjes benedictinos levantaron el monasterio de San Frutos en el permanecieron desde el 1076 a 1836. Las imponentes soledades del paisaje de este valle hicieron de él la tierra de adopción de los ermitaños cristianos.

Entrada de Cuevas Lóbregas. 2010
Cuevas Lóbregas en el Cañón del Caslilla. 2010


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