Santos García Estebaranz, vivió en el pueblo de Vellosillo, durante la guerra y algunos años después. Hasta que emigró de joven a Madrid, como tantos otros . Hoy nos escribe algunos de los recuerdos de su infancia en el pueblo.
Recuerdos de mi niñez hasta los 10 años.
" Yo nací en
Vellosillo, un pueblo muy pequeño
que ahora es pedanía de Sepúlveda en la
provincia de Segovia. Éramos unos treinta vecinos dedicados todos a
la agricultura y también
a la ganadería. Estos son algunos de mis recuerdos siendo niño.
I.
El arado
En el pueblo, todos teníamos vacas, y los machos, que se
utilizaban para arar las tierras de labor.
Se usaba el arado romano tirado
por los machos
o vacas. Era
un
trabajo lento y muy duro para el hombre, que tenía
que apretar fuertemente la esteva, para que entrara más en la tierra la reja del arado y para dirigirla de forma que los surcos quedaran rectos. Ahí
estaba la pericia y
el orgullo del
labrador de hacer mas derechos
los surcos que el vecino.
El arado tenía
una pértiga o timón que
iba hasta el yugo del que tiraban los machos . La reja de hierro forjado terminada en
punta, iba abriendo el surco en la tierra. A los lados llevaba unas piezas de
madera llamadas orejeras de unos treinta centímetro,s que servían para apartar a los lados la
tierra que se levantaba, formándose así los surcos. La reja acababa por
desgastarse. Era muy importante que estuviera bien afilada para arar.
II.
El Herrero
Por eso, en todos los
pueblos donde había
que trabajar la
tierra con yuntas, se necesitaba una fragua. En nuestro pueblo
teníamos un herrero. Se llamaba
Ángel.
En
la fragua había
un fuelle enorme que se accionaba con una cadena que colgaba del techo y de la que tiraba
el herrero. El aire del fuelle avivaba el fuego y se formaban ascuas. Allí se
metía la reja o la pieza de hierro que fuera, hasta calentarse al rojo, después, el herrero la ponía sobre el yunque con las
tenazas y la daba forma y moldeaba golpeándola con el martillo.
Otra cosa que se fabricaba mucho en la fragua eran clavos, se hacían uno
a uno y se usaban en la construcción de los tejados para clavar las ripias a
los machones o para clavar las vigas de madera de las casas.
También se hacían las herraduras para los machos y las vacas de tiro. Las vacas se herraban en el “potro”, que era una especie de cuadrilátero de madera que todavía está en el pueblo donde se las ataba, porque si no, no se dejaban herrar. A los machos y a los burros no hacía falta atarlos para ponerles las herraduras ya que se quedaban quietos..
También se hacían las herraduras para los machos y las vacas de tiro. Las vacas se herraban en el “potro”, que era una especie de cuadrilátero de madera que todavía está en el pueblo donde se las ataba, porque si no, no se dejaban herrar. A los machos y a los burros no hacía falta atarlos para ponerles las herraduras ya que se quedaban quietos..
La fragua de nuestro pueblo estaba detrás de la
escuela adosada a un torreón, de la época de
la Reconquista, este era macizo, de argamasa de piedra y cal. Tendría
seis o siete metros
de alto por dos metros de
espesor, cuadrado. Era como un fuerte. Tenía además un muro más bajo que era donde se apoyaba el tejado de la
fragua.
III.
El Ganado
Cuando empezaba el tiempo bueno de primavera
se llevaban las vacas a los prados. Había un vaquero,
que
contrataba el pueblo para cuidarlas. Y le pagaban con relación
a
las cabezas
que tenían cada uno.
Todos los vecinos tenían dos vacas
para el trabajo y también un burro que se usaba para
traer agua de la fuente, que se
encuentra a
unos quinientos metros del
pueblo, o bien para
ir de compras
a Sepúlveda o a
otros lugares .
Había alguno que
tenía dos yuntas
para arar, ,eran los menos, .porque no eran grandes
explotaciones, El que más vacas tenia era el
Tío Daniel que eran lecheras, o sea para ordeñarlas
y vender
la leche.
Al anochecer llegaban los animales al
pueblo desde los prados, sacudiéndose con el rabo
las moscas, las
vacas, algunas con su
ternero. Al llegar al pueblo se
separaban y se iban cada una a su casa
sin guiarlas, atravesando la pradera que había en el centro del pueblo, donde se trillaba en verano.
En verano, a mediodía, el vaquero las dejaba en la cerca del Tio
Ambrosio para que se echaran la siesta. La cerca la contrataba el pueblo
teniendo en cuenta que los excrementos de las vacas servían de abono . Por la tarde
las llevaban
a pastar otra
vez.
Mi padre compró
una vaca. Y
me acuerdo que
paría un ternero, que lo vendía
cuando ya era bastante grande. Después
compraba otro recién
nacido, la vaca le daba de mamar y
cuando se hacía
grande lo vendía y así sucesivamente.
Teníamos encerrado
al ternero con un trillo, en un rincón
de la cuadra y cuando le sacábamos
a mamar nos
daba unos pisotones, que nos hacían cardenales. No
extrañaba al nuevo
la vaca.
Entre ternero y
ternero, nos daba bastante leche
incluso los niños ordeñábamos. Y algunas veces
del chorro de
leche que salía,
lo bebía directamente, y
estaba muy bueno. Mi
madre nos ponía una
cazuela muy grande
de leche con
pan y azúcar. Y
todos a comer
de la cazuela
para desayunar.
En nuestra casa había también dos machos y una burra. Al hablar
yo de los
machos me
refiero a los que algunas zonas les llaman
mulos , son un
cruce entre caballo y burra.
Y entre yegua y burro. Para arar el campo son
muy duros , las
hembras no pueden tener descendencia.
En primavera se hacía una junta
del pueblo que
casi siempre se celebraba
en mi casa
por ser la taberna. Como casi
todo el mundo
tenía animales, el pueblo
subastaba y arrendaba la hierba de las veredas y los arroyos que
había entre las tierras. Decían por
ejemplo, por el Arroyo
de Martin Caza yo
doy cincuenta pesetas
Por el camino
de Valderices doy treinta y
alguien podía subir
más.
Luego teníamos que llevar a los animales a pastar cogidos del
ramal para que no se comieran
los trigos del
vecino. Y nos mandaban a los
pequeños.
En Castilla se celebraban
ferias del ganado. Una vez fui con
mi padre a la feria de Turégano.
Era muy bonito
el ambiente que
allí había y
sobre todo cuando hacían
un trato, la seriedad
que había. Porque se daban
la mano y eso
valía más que
un contrato de hoy.
IV.
La Iglesia
También recuerdo la
inauguración de la parte de
delante de la iglesia del Corazón de
Jesús. Yo no había cumplido
los cinco años. Había mucha gente
y curas con pendones. Para mí, mucho ruido y colorido. No
estábamos acostumbrados.
Cuando hicieron la iglesia si
lo recuerdo más.
Ese día fue
muy triste para
mi padre y
para mi hermana Consuelo. Porque
estaba en cama
mi madre , y muy
grave .La gente
no cabía en casa, que
era el bar del pueblo , y mis
hermanas Consuelo con Felisa
en brazos , llorando.
Ella se acordara mejor
que yo , porque
lo primero era
más pequeño y a las mujeres les
encargaban que cuidaran
a los niños.
Cuando se inauguró la iglesia
fue una fiesta, en
lo que recuerdo
que nunca habrá
otra igual de gente, En la pradera
había un montón
de corros con
familias sentados comiendo. Gente que habían llegado de
los pueblos de los alrededores. De
Sepúlveda con camiones
.Ahora no se
en qué fecha
del año se
inauguró pero hacia
un tiempo bueno. También trajo
Don Jenaro una
orquesta de Segovia.
Había una costumbre
en el pueblo
que cuando se
casaba un chico de fuera
con una moza
del pueblo tena
que dar a
los mozos una propina
para hacer ellos
una fiesta. Pues
no sé, veinticinco
pesetas. Pero algunos
no entendían esas
costumbres en este
pueblo, y han llegado a
tener bronca.
V.
El candil
El pueblo cuando nací no tenia electricidad ni
agua corriente.
En mi casa como era la taberna
teníamos unos candiles
de aceite
y también como un
jarrón de hojalata
con un tubo, una lámpara de carburo que
daba bastante luz.
Teníamos ovejas y mi
hermano mayor y yo las dábamos
de comer algarrobas, que son un grano parecido a las lentejas .y también paja de las mismas. Íbamos por
la noche con un
farol de cristal que los hay todavía, para que
no se apagase,
bueno, nos poníamos de barros
hasta el tobillo.
Eso de los candiles
era un peligro
.porque venía una
ráfaga de aire, salían chispas
y podía
haber un incendio, y
sobre todo en verano
que estaba todo tan seco, con la paja de la cuadra
y la leña en
el sobrado. Y
más aun en la época
de la trilla .
Mi madre les echaba
la bronca a los
tíos “Porrillos“ porque a
veces salían a fumar
a mi puerta
cuando estaban todas
las hacinas
en la era, a unos metros. .
Tuve miedo
durante años
.por un caso que paso a
cuenta de los candiles. Teníamos una escalera
que daba a un
pasillo y que comunicaba con la cuadra , y
en el quicio de la puerta a la cuadra
colgaban un candil entre
otras cosas para que vieran
algo los clientes
de la taberna que entraban
a la cuadra, que hacía de aseo. Al lado, en la
escalera de subida al
sobrado, mis padres siempre dejaban una lata
con cebada para los animales.
Ese día se conoce que dejaron
al macho Morico sin atar al pesebre, llevaba la albarda puesta
, y como la puerta de la cuadra estaba
abierta, se
fue a comer
la cebada a la escalera , y con
el candil se
prendió la cincha , que
sujeta la albarda.
Y gracias a que entró el
vaquero, fue a la
cuadra. y se encontró con la cincha ardiendo
y al pobre animal
dando coces a ver si se podía zafar de la albarda .Se hizo
una herida tremenda.
El vaquero avisó a los que estaban en el
mostrador y gracias
a eso dio
la voz
de alarma . Teníamos encima
del ganado, la bardera, todo lleno
de leña seca para la lumbre. Si llegan las llamas
arriba hubiera sido imposible
de apagarlo.
En esa época yo
era muy pequeño y dormía con mi hermano Isaac
en la cambara. Después del incendio mi padre
pensó que tenía
que hacer otra alcoba.
El dinero no sobraba. En el Juncar
junto al río se hacían adobes con
tierra y agua mezclado
con paja. Y con el
azadón lo daban vueltas
mezclándolo. Después ponían
un molde de madera
y les dejaban secar al
sol unos días.
Y con el carro al pueblo. Como
veis tenían ya el material
para la construcción
de
los tabiques. Lo hizo el Caminero y
Carpintero. Que sabía hacer de todo.
Después de eso el caso es que tuve pesadillas, me levantaba
de la cama llamando a mi madre ,
porque me parecía
que había fuego en la
cuadra .y quizás
nada mas que era un resplandor.
VI.
Los Valores
Nuestros padres eran gente,
pues, que no tenían buena formación, pero si nos enseñaron a ser trabajadores, a
respetar a la gente. Mi padre
era el único en el
pueblo que estaba suscrito al diario del Adelantado
de Segovia
,también
era el único que
se preocupó de
que en el pueblo sus hijos estudiaran .. y eso
para mi familia era un verdadero sacrificio.
Recuerdo que nos mandaban a todos los
nietos que
fuéramos a felicitar a los abuelos en su cumpleaños, ya sabéis
que vivían donde la casa
junto al transformador, y ellos nos daban chicharrones, que es sebo
que tienen los corderos,
donde envuelven las vísceras
, los freían y a
comerlos. No nos gustaban mucho, pero
era
el detalle, que nos mandaran a
felicitarles . Después cuando somos padres vemos, la importancia y el respeto de esto y los
valores que eso conlleva.
De mis otros abuelos paternos ,
sí que
me acuerdo de mi
abuela Marta y además de
cuándo murió. Estábamos todos los nietos.
Vivía donde la Tía Felisa, donde los
panaderos. El marido o sea mi abuelo murió de la epidemia
de gripe por el 1918
Creo que hemos sido
queridos por los padres, Cuando
éramos muy pequeños
y dormíamos en una de las dos alcobas de la sala, llamábamos a mi
madre para que nos diera un beso. Eran
gente sencilla y
muy trabajadores ,y con
los hijos yo
creo que lo han
hecho lo mejor
que sabían. Aunque
en algunas ocasiones, pues
no estaban
de acuerdo
y se discutía.
En los pueblos, en
mis tiempos sí
que eran solidarios, en general,
aunque hubiera alguna
rencilla. Cuando
estaba alguien enfermo
iban a verle. O llevarle un caldo a una mujer si iba
a dar a luz. Ya sabéis que
antes de la
guerra no teníamos la
Seguridad Social, lo que suponía
que el
que tenía un
accidente y no podía
trabajar la tierra,
lo pasaba muy mal
la familia. A
parte que con
suerte le atendían en un hospital
de Caridad. Yo he
visto ayudar al
que ha tenido algún percance ayudarle a
arar o otra
labor.
En cambio en
Madrid estamos los
vecinos pared por medio. Y no nos
enteramos. A veces
ni les conocemos.
VII.
La escuela
Después de la guerra el pueblo estaba muy abandonado. Sin
maestro apenas, algunas
veces teníamos una
interina que no podía corregir los dictados
porque las faltas
de ortografía no
iban con ella.
Yo creo
que tenía cuatro
años cuando me llevaron a la escuela, seguro que era por
hacer un favor
a los padres porque tenían que
ir al campo.
Los primeros años, la
maestra se llamaba Dña. María y era muy
buena. A nosotros nos
metía donde estaba
el brasero, lo quitaba
y en un hueco redondo de madera que estaba caliente nos sentaba
y metíamos los pies dentro , creo que éramos
tres o cuatro. Seguro que como
éramos pequeños no alcanzábamos a sentarnos en el pupitre. Ha cambiado mucho el tiempo, nevaba lo que quería, nos hacían veredas o nos llevaban en burros a la escuela. Mirad si hacia frio que dentro de las casas se helaba el agua de los cantaros.
En la escuela
eran “habas contadas “. los libros que
leíamos era el Quijote
.Poesías de José
María Gabriel y Galán ,
el Lazarillo de Tormes, el Catecismo. Además teníamos
una enciclopedia que nos era muy útil y
algo se aprendía. Recuerdo una poesía que leíamos de Gabriel y Galán llamada Mi
Vaquerillo,. Pongo aquí un trozo porque es un poco larga:
He dormido esta
noche en el
monte
Con el niño que
cuida mis vacas
En el valle tendió
para ambos
El rapaz su
raquítica manta
Y se quiso quitar
¡pobrecito!
Su blusilla y
hacerme una almohada
Una noche solemne
de junio
Una noche de
junio muy clara
Los valles dormían
Los búhos cantaban
Sonaba un cencerro
Rumiaban las vacas
Y una luz
amorosa
Presidiendo la atmosfera
diáfana
Inundaban los cielos tranquilos
De dulzuras sedantes y cálidas
¡ Que noches que
noches ¡
¡Qué horas auras
¡
¡ Para hacerse
de acero los cuerpos ¡
¡ Para hacerse
de oro las almas
¡
Pero el niño ¡qué solo
vivía ¡
¡ Me daba
una lástima ¡
Recordar que en los campos desiertos
Tan solo pasaba
Las noches de
junio
Rutilantes medrosas ,
calladas...
La pizarra y los cuadernos
que teníamos había que
cuidarles porque
nos teníamos la
oportunidad de tener otro. Escribíamos con plumas mojando en el
tintero lo que era un engorro,
a la mínima se daba la vuelta y la tinta
al suelo ,o con los lapiceros que se rompía
la mina y a
sacar punta.
Hacia un frio de perros en invierno , no había
como ahora calefacción
,teníamos que llevar cada
día al que le tocara el “ brasero “
para que se calentara
la maestra. A nosotros nos
dejaba algunas veces calentarnos
las manos.
Recuerdo de mi tiempo
a Pablito el
Caminero que siempre
hemos sido amigos y además
en clase de mayores estábamos
siempre juntos, nos ponía la
maestra porque éramos los “mejores
“.
Pablito le regaló
a la maestra una
vara de fresno
, que tenia quitado un trozo
de cascara
y otro no
,y después luego a veces nos daba con ella . Otras
veces, con una regla
normal, cuando le hacíamos una “picia”, nos hacía
poner los dedos
juntos
para arriba y nos daba en las uñas.
Y fijaos como
sería en esos
días de
invierno con las manos heladas.
Un día estábamos
en la fuente Félix
de Doroteo y yo. Él
era unos años mayor. Y pasan
unos señores por
allí en unos burros y nos preguntaron que qué tal
es la maestra
de vuestro pueblo y nosotros inocentes dijimos que no
sabía nada o que no valía para
maestra .. O algo a si
Al día
siguiente cuando llegamos a la
escuela a Félix que era
el mayor la maestra le dio
un somanta de palos
y también me toco
a mí .Luego nos puso a
modo de tortura de rodillas
contra le pared , con los brazos en cruz y algún
libro en las manos. Yo
cuando me castigaban
no decía nada en
casa, porque la contestación
era para casi
todo, “algo habrás
hecho” .
Al otro
día se presentó en la escuela la
Tía Jacinta que era la tía
de Félix y vivía con
ellos . La tal señora era una
institución en Vellosillo
.porque era la comadrona
del pueblo, ella
nos ha ayudado
a venir al mundo a casi a todos. Bueno, le
armó una bronca a Dña
. Carmen, pero nos quedamos con los palos.
La Tia Jacinta empezó a hablar
y hablar y ya estábamos
aburridos. En casa de mis
padres cuando iba
a comprar algo, la
temíamos porque no paraba. Se
parecía al tío “
Bolas “ de Torrecilla , nos dijo mi padre
un día , me he encontrado en la fuente con el tal
Bolas y se
ha liado hablar
y hablar y
menos mal que
le ha dado
la tos y he podido meterme yo.
Cuando hicimos la primera
comunión teníamos que
ir a Perorrubio a la Catequesis,
Le teníamos mucho respeto al cura. También teníamos
que ir allí a ponernos
la vacuna de
la viruela.
Éramos una panda
más o menos del mismo tiempo, luego cuando
fuimos más mayores íbamos a las fiestas
juntos.
VIII.
Los juegos
En la posguerra en este pueblo no teníamos, los juguetes que se ven ahora. Pero teníamos
una gran imaginación para hacer nuestros juguetes. Con las cajas de madera de las conservas que traía mi padre hacíamos un carro
y con ruedas, a veces con una navaja.
Siempre íbamos corriendo y al final todos
teníamos una herida
en las rodillas , yo solía
llegar a casa que
me había hecho
un raspón y sangraba. Y mi madre
decía “os vais a
matar “ . Nos envolvía la pierna con
un trapo.
Y a correr
otra vez, pero el problema era
cuando se secaba
,que se pegaba a la herida
y mi madre
calentaba agua y con
mucho cuidado lo despegaba. Pero salía hasta la costra.
Entonces no había
ni pomada
ni otra cosa. En mi
época sobrevivía el más
fuerte.
Cuando nos dejaban libres
también jugábamos a las tabas
,que eran huesos de los
corderos, o a la
peonza ,a las tres en
raya ..Con la peonza poníamos en el suelo
un circulo con una
perra de cinco
céntimos y el que
consiguiera sacarla se quedaba
con ella .También
a las buenas mayas. Que era, que
uno se ponía
agachado y el compañero
saltaba como a hora lo
llaman el “Potro “.
Otras veces, cuando éramos más mayores,
teníamos el frontón y hacíamos
nosotros las pelotas para jugar. Primero con tiras
de cámara de
bicicleta para que botara y
después envuelto con hilo de lana
para que fuera más
blanda . Mi madre me decía
“no encuentro un ovillo de lana”.
Y yo
a callar. Y después para que fuera
menos duras nos las
ingeniábamos para cazar un gato, le desollábamos le
teníamos unos días
para que se secara y la forrábamos después con mucho arte.
Cuando éramos más pequeños
jugamos al escondite, a la
comba, a
la gallina ciega. Todo
en las praderas donde se trillaba.
Recuerdo aquellas praderas cuando
nevaba, hacíamos bolas de nieve
Y como la nieve duraba
unos cuantos días echabamos un poco de estiércol con una pala poníamos un cepo, con trigo.
Los pájaros tenían mucha
hambre y en cuanto
veían algo iban a comer y
los cogíamos . Tenía su técnica.
Poníamos a remojo el grano para atravesarle con un hilo, y a poner el cepo, enseguida
caían los pájaros. Mi madre se enfadaba “os vais a morir de frio”. Despues se
los comía mi padre que le encantaban.
IX.
La cosecha
Y en primavera, con el buen tiempo, sacábamos
algunos días la mesa
a la puerta de casa y comíamos al sol. Yo tengo buen recuerdo de aquellas
praderas. Veíamos hasta la sierra cuando
estábamos comiendo. Rodeados de gallinas
.porque estaban picoteando en las praderas y cuando comíamos se acercaban alguna
mas que no
eran nuestras a ver si caía algo. Allí no se
desperdiciaba nada. Pero cuando
ya se hacía tarde
cada gallina se iba sola a su casa.
mapa del pueblo durante la guerra |
Cuando llegaba la época de la cosecha, teníamos que ayudar todos. Como eran normalmente
muchos de
familia, los mayores
cuidaban a los pequeños. También teníamos
que estar pendientes de los pucheros en la lumbre que
casi siempre eran garbanzos
o alubias.
Se comía también de la olla con
la conserva de chorizo
o lomo. Esto lo metían en aceite y se conservaba
así unos cuantos meses, normalmente lo sacaban en verano. Lo
adobaban antes de meterlo en la olla. Así se
buscaba
la manera de conservar
los alimentos mucho tiempo. También con sal. Metían
los jamones en casa en un cajón
grande. Metían uno primero echaban
una capa de sal , después
otro y otra
capa de sal. Hasta los cuatro jamones
allí estaban un
tiempo prudencial, ellos sabían cuanto.
Después les sacaban
y mi madre hacía una mezcla con
pimentón y agua ajos
y no
sé que más, untaban bien los jamones
y los colgaban en la
cocina para curarlos, también ,encendían
un hoguera para
que tuviera
humo la habitación. Pero lo más importante
es que hiciera frio.
Algunas veces desayunábamos, como ahora llaman,
“patatas revolconas “ .No sé
exactamente como se
hacían ,porque yo no soy
buen cocinero para
dar consejos. Pero
las he visto
hacer a mi madre
cuando éramos muy pequeños en
un fogón bajo ,
en un puchero , con ascuas , les
llenaban de patatas peladas
,y despacio hasta que se cocían
, las aplastaban con
un tenedor hasta que estaban
desechas, luego en una
sartén, mi madre
ponía aceite caliente, les echaba un poco de
pimentón y un
poco de chorizo
o unos torreznos
pequeños con veta
y nos la desayunábamos , y sabían
estupendas .
Muchas veces
cuando tendría ocho años, estaban
segando y teníamos algún
segador o agostero contratado, entonces se quedaba
mi
madre en casa, para hacerles la
comida .y a mí a media
mañana me mandaba a
llevarles la merienda. O el almuerzo con
una buena bota
de vino. En la burra.
Me ponía todo y
me decía, están en Las Largas, la cuadrilla. Y
ya creo que sabía todos los nombres del término.
También, mis padres me cargaban en
los machos los
haces de mies para
llevarlo a la era Les ponían a los machos encima de la albarda
unos palos atravesados horizontales que
se llaman amucas, donde ataban los haces, tres a cada
lado y uno atravesado encima.
Esos haces
pesaban bastante y yo que
era muy pequeño
no podía ni descargarlo
Cuando llegaba
me lo descargaba
la abuela Santas. Ya
sabéis que era la madre
de mi madre y algunas veces se quedaba al cuidado del
resto de los
nietos. Uno de esos días que descargaba
a los animales
le pegó una coz el macho Bragado que tenía mala uva y la tiro al suelo.
Otro día, los haces de mies que traía con el macho, empezaron a darse
la vuelta, y tuve que venir colgado a un lado desde los Prajones hasta la era . Llegue con todo el brazo con raspones de la mies. Pero
no se me cayeron.
Y claro, cuando la trilla, con calor o
sin calor, subir al trillo
tirado por los machos a dar vueltas. Cuando
ya estaba
trillado luego había que separar el grano de la paja.
Recuerdo haber visto echarlo con un bieldo
al viento y como la paja pesa menos,
se iba más lejos y se quedaba
el grano.
Pero era una tarea de mucho
trabajo.
Nos mandaban también a escardar .porque
en aquellos
tiempos
no existía
el herbicida como ahora
que lo echan y no queda ni
una hierba, y
si se podía, había que
quitar lo máximo posible
porque ahogaba al
trigo. Era dos artilugios
un palo para no agacharse mucho
y abajo en el extremo como una hoz, y otro
palo que al
final tenía como
un horquilla para atraer
los cardos y
cortarlos.
El campo en primavera estaba lleno de flores de todos los colores, y los trigales, cuando hacía viento parecían olas.
Cuando quitaron las ovejas, en la casa vieja, a mi padre se le ocurrió comprar unos conejos. Y se multiplicaron como el Pan y los Peces según dice la Biblia. Ya estaba de cuidar conejos y de comerlos hasta el “gorro” , todos los días teníamos que ir a coger amapolas y otras hierbas cargados con el saco. Para los conejos.
Las amapolas soltaban un líquido que en las manos
parecían
pecas, que era muy
difícil de quitar.
A los pocos años los
conejos empezaron minar la casa, o sea.,
que hicieron cuevas y como entonces los
cimientos casi ni
existían, se escaparon muchos.
Ahora que
se habla del
cambio climático ,creo que en
todos los tiempos
se han necesitado que lloviera
y no lo hacía
y otras llovía
demasiado. Cuando pasaba mucho tiempo sin llover, sacaban
por el
campo a un Santo,
creo que se llamaba
rogativa e íbamos
en procesión con el
cura rezando.
X.
La taberna
Mis padres tenían un pequeño negocio
de ultramarinos, venta
de vino al por mayor y
menor , más la taberna, la
única donde se juntaban los del pueblo a jugar
a las cartas , al
tute y a la brisca , y que a
veces tenían discusiones,
porque si no has cantado las cuarenta o
porque no me has hecho
bien una seña en la brisca, Pero nunca
llegaba la sangre
al río. Yo en algunas ocasiones
me he reído mucho
y otras no tanto.
En la fiesta de
San Juan ante
Porta Latina y
el Corazón
de Jesús y después
en la Virgen de
la Serna, en mi casa se juntaban muchos de los
pueblos de los alrededores e incluso les
daban cenas a los mozos.
y teníamos
que echar una mano todos, cada uno en lo que podía.
Por el trabajo de la taberna, a
veces de pequeño tenía que llevar
a Perorrubio un pellejo
de vino en la burra. O a Duratón.
Me lo ataban y
luego me lo descargaban allí.
Mi madre se enfadaba con su hermano. Cuando venia un poco alegre de Sepúlveda
montado en
su caballo. Llegaba
a nuestra casa y le decía al caballo ,”abre la puerta”
, y el animal como si lo supiera empujaba
y se metía montado
en él hasta la cocina, teníamos allí los chorizos colgados y se liaba
a mordisquearlos desde el caballo
y fijaros
como se ponía mi
madre. Se ponía furiosa. Le llamaba “burro” y él
riéndose le decía “perversa “.
Mi tío tenía
un dominio de
los caballos que
ya quisieran los
de las películas del Oeste .Yo
he montado
en ellos cuando
era algo mas
mayor. Me decía, baja con el caballo a la fuente a darle
de beber.. Y el caballo no
se movía, pero montaba
él y corría como una flecha,
Una vez que
se dirigía a
Pradena, a medio camino reventó
al caballo de tanto correr. Entonces le quitó la montura se la
echó al hombro y siguió andando, al más
puro estilo del Oeste.
.
Pero volviendo a lo del vino, diré
que estuve muchos
años pero no
he bebido vino
nunca, no me gustaba, puede que porque tenía que trabajarlo.
XI.
Los Viajes a la Ribera del Duero
Cuando empezó
la guerra, requisaron los
coches, camiones, autobuses, y todo
lo que se moviera
y fuera útil. El vino teníamos
que transportarlo desde las bodegas en carros, donde llevábamos los pellejos
que se hacían con piel de cabra impregnados de pez por dentro.
Mi padre me llevaba a mí a
esos viajes para ayudarle en algo,
con el carro y dos
machos que se llamaban el Morico
y el Bragado en dirección a la
Ribera de Duero. Tardábamos en llegar casi dos días.
Íbamos por La cuesta de Honrubia , por
Pardilla y dormíamos en
Milagros , en una venta,
bueno, nos daban una saca
de paja y en un cuarto
dormíamos ,pero llegaba
la comida y no tenían
aceite y mi padre, que había
cogido de casa
un trozo de
tocino lo freían
bien, y de ahí salía el
aceite para hacer unos
huevos con patatas ,
y así se pasaba. Los
hacia la
posadera donde
dormíamos.
Los machos les
metían en una cuadra a
comer y a descansar.
Nada más llegar mi
padre iba a probar
el vino de las bodegas, para elegir el que mejor fuera y después
de ajustarlo, a llenar los pellejos a las cubas. A mí me llamaba la atención la
profundidad que tenían las cuevas o
bodegas. Dentro tenían cubas de madera
con unos
dos mil o tres mil litros. Yo le preguntaba a mi padre cómo habían
podido meter
estas cubas por una puerta tan pequeña
Y claro, me decía es que bajan las tablas y las
montan dentro .
Llenaban allí los pellejos
que pesaban setenta o ochenta
kilos y
los subían por unas
escaleras empinadas que casi a mí me costaba subir. Eran
muy fuertes. Pero casi todos terminaban mal de los
huesos. Ahora en las cooperativas está todo mecanizado para pisar la uva, para cargar una cisterna con los litros que se quiera.. Ahora en esas bodegas ya casi todo es embotellado.
Luego, una vez cargado el carro con los pellejos y dado de comer a los animales el dueño de la bodega nos invitaba en el lagar donde se pisaba la uva, a unas chuletas de cordero, hacían como una barbacoa con sarmientos de podar las viñas.
Bueno, ahora a ponerse
en marcha.
Como íbamos muy cargados, al llegar a
la Cuesta de Honrubia teníamos
que alquilar un
macho para que les
ayudara a los nuestros a subirla ya con los
tres , me acuerdo que
sudaban muchísimo la cuesta de
Honrubia que tenía unos seis kilómetros. Después seguíamos hacia Vellosillo y
el macho alquilado se volvía al pueblo unos 10 km después de hacer el servicio.
Teníamos luego otras cuestas
menos empinadas
pero largas ,y les costaba mucho y muy despacio
subir y
mi padre se quedaba dormido
encima de la vara del
carro con peligro que
se podía caer ., y yo tan pequeño
le decía que se tumbara en el carro que yo le dirigía , y ya sabes ,
unas veces lo hacia y otras no.
De vuelta a casa
llegábamos a dormir
a Boceguillas y
al otro día,
al llegar al Olmo, dábamos un
rodeo por la cuesta
de la Serna.
Porque la cuesta
de enfrente a Duratón
es muy empinada.
Después, unas veces íbamos hasta
La Lastra y otras,
cuando el camino del Corral
al Cuarto estaba bien
subíamos por él.
Otro día con el carro cargado de vuelta, llegamos
a dormir
a una casa del caminero
que había en la
carretera de Sepúlveda
a la altura de la Serna, parece
que mi padre vio que
el camino estaba
seco y se podía bajar por él. Pero no centró
bien el carro
y una de las
ruedas casi cae a la cuneta
con toda la carga que
llevaba .Paró a
tiempo pero el carro se quedó atascado en
la tierra. El Caminero
nos ayudó. Lo bueno
que tenía mi
padre que era
muy sociable y le ayudaban
a lo que fuera.
Desenganchó el Bragado
de
delante puso los
tirantes que eran una soga muy gruesa
de cáñamo que
lleva un gancho en la
punta . Y el otro macho entre las dos varas del carro. Y ambos
machos tirando de los aros de la rueda del carro y empujando todos conseguimos
sacarlo. Se puso todo bien y a seguir.
Después unos años
más tarde ya
empezaron a funcionar
los camiones. Por cierto
muy malos porque
no había. Como veis era una miseria
y agotador para todos.
Y pensar que ahora en llegar
desde
Vellosilo a esos
pueblos, tardas
media hora...
XII.
Mariete y el
burro
Ya en el pueblo otro día un tal Mariete
fue una vez
a buscar a mi padre, vivian en la parte de
arriba pegando donde
Doroteo. Tenían un burro
que se había metido en unos estercoleros
donde echaban la basura de los animales.
Se conoce
que debajo estaba lleno
de
agua y se atascó
que casi no se le veía. Mi padre le dijo, no te preocupes ,
consiguieron llegar a él y le ataron una
soga gruesa ,le engancho
con los tirantes del
Bragado , desde la cerca
del Tío
Daniel .
Y el chico que era mayor
que yo llorando y le decía a mi padre que le iba
arrancar la cabeza.
Pero nada, le
sacó a rastras hasta la cerca
y la cabeza
estaba en su sitio.
XIII.
El Juicio
En el pueblo de Fresno, ,en uno de esos
viajes, mi padre paró a dormir Y parece
que estaban de fiestas , ese
viaje no fui yo . Uno de
los mozos, el hijo
del alcalde un poco bebido se le
ocurrió darle un navajazo
a un pellejo lleno de vino. Claro,
no quedo nada.
Mi padre lo denunció en el cuartel de
la Guardia Civil y después hubo juicio en Sepúlveda, pero en
aquella época como en esta, el
que tiene "padrinos se bautiza
“.
Mi padre fue a juicio
que se celebro
en Sepúlveda y no le hicieron ni caso. Los alcaldes tenían mucho poder.
Y mi padre, un señor de pueblo, entonces, no tenía ni
voz ni voto. Y no le pagaron
nada .
Como veis la vida de la generación anterior a la
mía era dura. Más que la que
nos ha tocado vivir a nosotros.
No tenían la alimentación adecuada. Pero
en la posguerra
en casi toda Castilla no
se pasó hambre como en
Madrid porque teníamos
en el rio Caslilla casi
todos una tierra antes
de la concentración Parcelaria. y como
es húmedo el terreno sembraban
patatas berzas. Un poco de todo.
XIV.
Los gatos
Teníamos en casa dos gatos
y no sabéis como cazaban a los
ratones. Era una obra de
arte. En casa no he visto
ratones nunca donde
tenían todo almacenado
de ultramarinos.
Yo les tenia manía, bueno, se la tengo.Cuando me daban una
propina por algo, que era una peseta
de papel
yo lo metía en algún
hueco de las piedras de la cambara,
y un día fui
a cogerlas y no tenía
nada , algunos restos de de lo que fueron
pesetas hab´ñian dejado los ratones. Ahora se
lo lleva Hacienda.
Mi madre tenía declarada la guerra
a los gatos. Cuando estaba haciendo
la comida en cualquier
descuido le quitaban
algo. Me acuerdo
un día que estábamos por allí nosotros y
estaba para freír una pescadilla , bueno, pues en un
momento la cogió un gato
y salió corriendo. Ella de
inmediato cogió lo que estaba
más cerca y fue
el fuelle de
soplar y le estampó
contra la pared, y claro
el tal fuelle pereció
, pero el gato no la soltó . Yo salí corriendo y le alcancé
por el sobrado
y la soltó. El cabreo que cogió mi madre, fue
de órdago.
En mi casa tenían que ingeniárselas los
gatos para comer , porque como decía el Tío
Ambrosio de sus perros
, que él
los calzaba y
los vestía y la manutención iba por su cuenta..
XV.
El Racionamiento y el Pan
Cuando empezó la guerra. Pusieron el
racionamiento y estaba todo
requisado, los productos del campo,
el aceite, el
trigo, para darle una
ración mínima a cada uno. En nuestro pueblo
no teníamos el pan
racionado. O sea que no
teníamos que ir al
panadero a por una
ración, nos lo hacíamos nosotros.
Casi no me acuerdo
cuando nos decían que
teníamos que entregar
el trigo a
Abastos y nos dejaban
con lo justo , Claro había que
ingeniárselas. Guardar algunos
sacos entre la paja
o en sitios distintos
para que no
nos lo cogieran, porque encima
echaban multa.
El segundo problema era que
teníamos que moler
el trigo para
comer. Recuerdo ir
con un macho o
un burro con mi
hermano Isaac, a las
tres o cuatro
de la mañana
al molino de
Tanarro o al de Giriego , y
cuando regresábamos íbamos
muertos de miedo. Cualquier bulto nos parecía que era la
Guardia Civil
En nuestros pueblos
casi todos tenían un
horno. y se asociaban cuatro
o cinco familias. Cocían
unos y repartían
el pan con arreglo a la
familia que tenían
.Cuando se les
iba terminado le
decían al otro: hoy
te toca a
ti cocer el
pan , y a
seguir el mismo ritmo. Esto
estaba muy bien
aunque había algún desacuerdo porque no todos lo hacían igual de bien.
Con este acuerdo
se conseguía dos
cosas ,la primera es
comer el pan reciente porque si
era para uno solo se le
quedaba duro. Y la otra muy importante es que así también se
ahorraba leña, que era muy escasa.
Se cocían hogazas.
Para llegar a
esto tenían que moler
el trigo como
he dicho antes. Después en
cada casa teníamos
una artesa que
era la “gamella”
de la matanza.
Un tronco grueso de un
árbol vaciado. Todo de una pieza.
Cuando todo estaba
listo poníamos unas
varas encima. Y dos
cedazos con harina
,que eran una
especie de criba
con unos agujeros muy
finos y a
moverlos de un lado
a otro para que
saliera la harina. Y
quedaba el salvado
que era la cascara
del trigo Normalmente el salvado se le
echaba a los cerdos. Luego echaban
levadura. Para hacer el
pan tenían que
hacer una masa con
agua sal y
harina y el
amasarlo daba un trabajo enorme .
XVI.
La Costura
Se juntaban, a
coser algunas mujeres
al abrigo del
cierzo por la tarde en
el rincón de mi casa. Allí se
estaba muy bien. Y
no tenían otro
entretenimiento, No había radio
y menos televisión Y
comentaban las últimas
novedades del pueblo.
Como he dicho antes, durante la guerra, en nuestros pueblos
no se pasó hambre. Pero
tenían un problema, que
como estaba bloqueado toda Cataluña que era de
donde venían las
telas, no tenían manera
de comprar nada de ropa, Entonces las mujeres del pueblo
sin saber de modistas, eran capaces de hacer alguna prenda de ropa. El abrigo
que una tenia, por ejemplo era rojo,
los
deshacían, Lo teñían en
azul marino y
lo volvían a
montar .del revés y así parecía
más nuevo.
Mi madre para
cambiarnos de ropa,
compró alguna vez en
Sepúlveda a los señores
más ricos de allí. Pues
no sé, algún
traje de segunda
mano y nos
hacia algún pantalón
corto, como llevábamos
los niños. y así. Bueno a lo
que voy es
como se las
ingeniaban y lo valientes
que eran , que
sin saber, salían
adelante.
XVII.
El Lavado
Siempre he admirado
a la gente como
mi madre y tantas en los pueblos
que con tanta familia
tenía que ir al río a
lavar . En esos tiempos
bajaba más agua que ahora , normalmente iban
por la zona del huerto
del tío Pedro. Y me decía mi padre, anda ayuda a tu madre
a llevar la ropa
,llegábamos allí y tenía que romper el hielo . Fijaos
como se la quedaban las manos,
se las metía entre el pelo para calentarlas.
Algunas veces , cuando juntaban mas
ropa, se iban a la
fuente de La Salud de Sepúlveda
que salía más caliente
Cuando
el tiempo era de sol.
Después de lavarlo
en el rio la tendían allí
en las praderas al
sol, con piedras
encima para que no se volara ,decían
que era para
que cogiera blancura con el sol
. Había que ir de
vez en cuando
a regar la ropa.
XVIII.
La Matanza
Otro
tanto les pasaba
cuando hacían la
matanza. Que tenían que lavar
las tripas del
cerdo en el rio para luego
llenarlas de chorizo .Para hacer
artesanalmente la botagueña
y los chorizos
, cortaban en trozos el
magro del cerdo
y metían en a
máquina pequeña de hierro. Que tenía
en la parte de
arriba como una
especie de tolva
pequeña Y a
un lado una
manivela la daban
vueltas. y por
dentro unas cuchillas Y así se
hacia el picadillo
. Lo hacían
igual para
la botagueña . Este producto era
más inferior porque
en vez todo
de magro, iba mezclado con
recortes de tocino
con veta y
vísceras.
Al final, de este aparato salía un tubo donde se metía la tripa ya lavadas del cerdo y a rellenarlas. Todo esto también llevaba un proceso antes de meterlo en la tripa. Cuando ya estaba en picadillo lo depositaban en una “gamella” de madera
Y las
echaban pimentón rojo
algo de sal
y ajos y agua, y ya
estaba listo para
embutirlo .Y constantemente dándoles
vueltas . Eran ya
expertas la gente de los
pueblos. El que tenía
para merendar un
trozo de chorizo
o botagueña era un privilegiado.
Las
morcillas las hacen
distintas en cada
región de España. En
nuestros pueblos ,cuando
mataban el cerdo , cocían
la sangre, luego picaban
cebollas, Cuando me he metido a
picar las cebollas , tenían un
artilugio para picarlas como
un cuchillo en
forma de media luna
con dos mangos .a
los extremos . Pero era un rollo
porque te lloraban los ojos. Cocían arroz ,
lo mezclaban lo metían
en tripas de
cerdo .después Lo colgaban
para que se secara
. Y frito estaban
buenísimas.
En la matanza nos juntábamos con mis
primos o sea “los Panaderos”. Nosotros éramos
más pequeños que ellos, aunque alguno coincidía de
edad. Lo pasábamos bien, después
de cenar cantando, y cuando mataban el cerdo,
nos comíamos el
rabo y algún trozo
de magro que llaman
allí “somarro“ .Como tenían muchas ascuas lo asábamos. O nos lo
asaban.
Pero matar el cerdo no era
tan fácil. Más bien
eran los “Porrillos
“lo que lo hacían. Un día
se puso a
matar al cerdo mi primo José, y dando
cuchilladas y nada, que no
se moría y dando chillidos. Al final se
calló y en eso, le
van a chamuscar que
es para quemarle
los pelos , y se conoce que estaría sin conocimiento y al sentir el fuego el pobre animal salió corriendo.
XIX.
La Guerra
Los primeros recuerdos del pueblo fue cuando la guerra. Yo era muy
pequeño y no recuerdo mucho. Esta
zona lo cogieron
los nacionales y no hubo nada , decían
que iban allí a descansar ,y comían muy bien,
con pan blanco .Y
a veces repartían
algo de rancho al pueblo.
Me acuerdo de
ver a los soldados haciendo la
instrucción en la pradera del pueblo . Los mandaba uno de Sepúlveda
que era cojo. Le he visto
después.
Un
día le dijimos
a Fausto que
iba con el uniforme de militar
y el fusil que cómo se
tiraba un tiro, y él no quería .porque lo tenían
prohibido. Tanto insistimos que
bajamos con él
hasta el potro
de donde herraban los animales.
Bueno, un poco más abajo. Y tiró un tiro en dirección al Espinar.
Teníamos que aguantar
mucho en la taberna porque
se ponían muy pesados, cuando se pasaban
con la bebida
, les encantaba el
vino de la Ribera
del Duero. Recuerdo verles
, no sé si cuando
terminó la guerra o
durante, cantando vestidos de
militares a Vicente, Fausto,
Antonio creo que a Moisés,
el Tío Isidro, de juerga en mi casa. y cantando eso de
“Apaga Luz Mari Luz
“ y el candil apagado.
Mi
padre tenía mucha
paciencia y creo que en
esas circunstancias - estaban en la guerra
y eran sus
sobrinos - pues todo
valía.
Recuerdo cuando
el pueblo
les despedía, para marcharse
a la guerra. Que fueron
hasta las Olaguillas , y la
Tía Pilar llorando abrazada al
Tío Isidro. Lo que no
se es si se
iban ese día
los demás. Los hombres
tuvieron mala suerte. Se quedaron allí Vitorio y Nicomedes. Eran momentos
de tristeza y de pánico .
Siendo yo muy pequeño, un día estaban las vacas
descansando en la cerca junto a la fragua. Y
se presentaron unos
soldados con un camión,
y fueron donde estaban las vacas,
y escogieron
lo mejor para el ejército, que
fue una ternera. Entonces lo
requisaban todo . Pagaban
muy poco y callar. Resulta que esa
ternera era del
Tío Ambrosio, y
se presentó su mujer, la
Tía María y
con mucho coraje
se enfrento a
ellos y les dijo
que tenían que
matarla a ella
antes de llevarse
la ternera. Y al final se salió con la suya..
En uno de los viajes a por vino,
seguro que estaríamos
en los últimos días de la
guerra pero se me
quedó grabado ,y es
que por la
zona de Fresno
de la Fuente, cuando regresábamos con
la carga nos
encontramos con una caravana
de camiones del ejercito que se
dirigían a Madrid . Pues lo mismo iban cien camiones que pasaron al lado del carro.
En el pueblo no
tenía radio nadie, sólo
el Tío Pedro
Algunas veces nos la dejaba oír y
alguna
fiesta que radiaban los sábados.
De música. En
esa radio
se oía el
“Parte” como
ahora el telediario. Y un día por fin
se oyó el parte diciendo que la guerra
había terminado.
Ese día fue para
muchos una gran fiesta .Recuerdo en nuestro pueblo tocando las campanas
y
bailando y abrazándose la gente Y
como siempre pasa,
todos no tenían
motivos para celebrarlo, unos por una
cosa y otros por otra. "
Gracias a Santos por aportar sus vivencias de la infancia en este pueblo tan mágico.
ResponderEliminarCuanto más lo leo más me gusta
ResponderEliminarImpresionante relato de otros tiempos, bocados de realidad desde la mirada de un niño. Gracias por compartir Santos !
ResponderEliminarPadre, gracias por escribir sobre estos recuerdos tan cercanos para nosotros. Son parte de la historia de este pueblo y de sus gentes. Gracias por regalarnos un trozo de tu vida y que así qe no se pierdan en el olvido. Sigue así
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tus recuerdos santos!!! Es increíble lo que ha cambiado todo en relativamente poco tiempo.
ResponderEliminarEste antiguo tipo de vida, casi invariable durante siglos, desapareció bruscamente en unos 15 años, entre 1.955 y 1975. El pueblo se despobló por la emigración y la mecanización acabó con las viejas costumbres y aquel duro trabajo. Pero supongo que algo de aquello permanece en el espíritu de la gente.
EliminarMuy interesantes estas experiencias del pasado. Parece mentira.Gracias por compartirlo con todos.
ResponderEliminarEnhorabuena Santos seguro a todos tus sobrinos y familia les ha gustado leer todas esas vivencias...a mi me ha gustado mucho.
ResponderEliminarLa constatación obvia de que nuestros padres y abuelos vivían de una manera más simple, más sostenible y más sensata que nosotros no debe sin embargo llevarnos a un cierto simplismo de naturaleza moralizante. Puesto que muchas veces, basándose en esa mayor austeridad de antaño, se pretende colegir una cierta superioridad moral de los valores de aquella época, y ahí radica el error esencial. Porque lo que es erróneo en nuestro sistema basado en el consumo y el despilfarro ya era erróneo en la época de nuestros predecesores, por la simple razón de que este sistema que ahora nos lleva al desastre es el mismo sistema de entonces. Exactamente el mismo. La única diferencia entre entonces y ahora es que nos encontramos en un punto diferente de su curva de evolución.
ResponderEliminarhttp://crashoil.blogspot.com.es/2013/08/crisis-de-nuestros-padres.html
En el relato, entre los años 1.930 y 1.940 el sistema económico en España es completamente distinto al actual. Y no es hasta los acuerdos con USA a principios de los años 50 con la salida de la autarquía cuando quizás podría considerarse el comienzo de la evolución hacia el sistema moderno.Por lo tanto no es cierto que ahora estemos en la misma curva de evolución económica que esa época.
ResponderEliminarSobre la superioridad de valores humanos(considerando como tales el esfuerzo, el respeto o la solidaridad) es evidente que es así, y debido al tipo de agrupación aldeana, a la extrema escasez de recursos y al riguroso trabajo. La pequeña propiedad familiar fomenta igualmente a la familia como unidad básica. Una sociedad diferente.
Ellos no eligieron esa vida, Se adaptaron. De haber podido habrían derrochado como ahora. Es la naturaleza humana. Hay que reconocerles no obstante el gran valor de aprovechar el cambio de la economía española que se dio después, pero nuevamente a base de mucho esfuerzo y privaciones.
Simplismo moralizante? Eso es un sentimiento subjetivo. La leccion a extraer de esto es asunto de cada uno. No se necesitan consignas de nadie.
Desde mi punto de vista estamos en un momento de grandes cambios que nos llevaran un nuevo sistema productivo un proceso que durará varias décadas. El nuevo modelo será un mezcla entre la vida de nuestros abuelos y la sociedad del conocimiento basada en las redes y la tecnología. Es una necesidad poder documentar todo lo que podamos sobre esos tiempos no tan lejanos, de los cuales podemos aprender muchas cosas, entre otras, algunas tan valiosas, como la capacidad de aquellos hombres de vivir con lo que les daban los elementos de la naturaleza.
ResponderEliminarMe encanta vuestro pueblo, de corazón. Estoy hasta pensando irme allí a vivir... aunque para ello tendría que llevarme conmigo mi empresa de extintores online... tendré que pensármelo. Un abrazo a todos los vecinos de Vellosillo!!
ResponderEliminarQue gran post, hablando sobre la historia de vuestro pueblo. Lo que me ha llamado mucho la atención es que no disponian de extintores para cuando encendian el candíl y también para poder proteger la alcoba. Pero imagino que los extintores no están al alcance de todos y no pensamos bien las consecuencias que puede haber despues de un incendio. Me gusta el blog.
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