Sedentaria y nidificante. Como casi todos los aláudidos, prefiere las zonas abiertas, de matorral, los prados y las zonas ruderales de los caminos cercanos a los pueblos, antes que los bosques densos. En la época estival podemos encontrarla también en los prados de montaña, donde incluso puede llegar a nidificar. En el invierno desciende por debajo de los límites de los montes, permaneciendo agrupadas en los campos de cultivo. Es un ave que nidifica en el suelo, aprovechando alguna pequeña piedra o matorral, sobre el que hace una pequeña copa a base de pajitas que albergará durante pocos días los pollos, que se desarrollan rápido y pronto hacen incursiones fuera del nido, incluso todavía sin volar. La alondra, como el resto de los aláudidos tiene miméticos colores y guarda con el resto de su grupo unas características muy parecidas que hacen que sean difíciles de distinguir para el ojo no muy acostumbrado. No obstante es en primavera cuando sus cantos en vuelo, aleteando sus largas y estrechas alas y sus reclamos desde piedras y vallas hacen que nos fijemos mucho más en ellas. Para el ojo no acostumbrado puede servir de referencia su pequeña crestita que nunca llega a ser tan alta como la de las cogujadas y los patentes bordes claros de las alas y la cola cuando levanta el vuelo.
22 de enero de 2019
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