9 de enero de 2023

Las Suertes de leña

 

 
"Los vecinos con casa abierta en el pueblo (la chimenea eche humo en invierno, con independencia de que sus moradores estén o no empadronados en el pueblo) tienen derecho a una participación de leña al año, Suerte extraída del monte comunal o de utilidad pública". 
 
Es un sistema para mantener el monte limpio y de que los vecinos puedan disfrutar de la leña para pasar calientes el invierno. Se utilizaba toda la madera que tenían los árboles, no se desperdiciaba nada. Esta labor se completaba con la que realizaban los animales que eran los que limpiaban el monte de hierbas y rastrojos. Posteriormente como los animales fueron desapareciendo de los montes, en lugar de hacer suertes se suelen hacer "limpias". Esto consiste en que los vecinos que quieren leña van a limpiar el monte y se llevan la leña, pero también dejando todo el monte en muy buen estado.

El aprovechamiento de los montes, públicos o privados, para extraer leña para consumo doméstico, está regulado por la Junta de Castilla y León. Esta labor requiere de una solicitud administrativa y su posterior autorización, trámite que en todo caso es más sencillo cuando se trata de aprovechamientos de escasa cuantía, inferiores a 10 metros cúbicos, ligados a usos domésticos y con menos incidencia sobre el entorno forestal.

Por lo general es la Junta Vecinal la que organiza las Suertes, adjudicando los lotes entre los vecinos del pueblo según establece la ordenanza regulador o simplemente la tradición y costumbre. Se suele dictar un bando y los vecinos que están interesados en coger suertes lo comunican. La leña de encina es posiblemente la de más calidad y por tanto más demandada, pero no en todas las comarcas se produce y por tanto se recurre al roble, la leña de haya, a los árboles de ribera o incluso a los pinos.

En la Comunidad Antigua de Vellosillo, el abastecimiento de leña entre los vecinos se hacía en el monte de Cerezo de Abajo. Durante el mes de septiembre las familias se organizaban para salir en plena noche con los carros, pasar todo el día cortando leña y cargándola, para volver al pueblo y almacenarla en los pajares y cuadras. La tarea media de una familia ocupaba una semana. Según cuentan, era uno de los trabajos más duros, incluso más que el de la cosecha.





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