12 de noviembre de 2010

La leyenda de Cuevas Lóbregas


Tesoro árabe
Nadie sabe desde que rincón de la historia vienen las leyendas de una comunidad, pues normalmente estas se transmiten de generación en generación de forma oral, conformando su imaginario y ayudándola a cohesionarse haciéndola más fuerte. 



Este es el caso de la leyenda de Cuevas Lóbregas. 

Las cuevas situadas en un pequeño cañón adyacente al cañón principal del río Caslilla, en un lugar de difícil acceso y muy escondido, se debieron de denominar así por el musgo y liquen negro que cubren sus paredes, dándola un aspecto lúgubre y misterioso. Practicamente toda la cueva está formada por paredes talladas a mano en la piedra, al estilo de los antiguos templos paleocristianos, siendo bastante factible la hipótesis de que fue un centro habitado por los eremitas desde el siglo V. 

En las inscripciones que hay en las paredes se puede observar fechas y nombres datados a partir del siglo XIX. En la guerra de la Independencia, pudo ser uno de los refugios de El Empecinado. Durante la guerra civil estuvieron habitadas por prófugos de la caza de brujas iniciada por los tercios de requetes. En las últimas décadas se utilizaron para guardar los rebaños de ovejas en su parte inicial. 

A parte de estos hechos, se pierde el hilo de la historia y aparece la leyenda, transmitida de generación en generación en Vellosillo. La leyenda cuenta que cuando los cristianos fueron a conquistar Sepúlveda los árabes tenían un fabuloso tesoro compuesto por numerosas piezas de oro, que incluía un billar de oro. Cuevas Lóbregas estaba conectada con la cueva de una casa de Sepúlveda mediante un pasadizo secreto situado bajo lo que hoy es la plaza principal pasando por debajo del cauce del río Caslilla y llegando hasta el escondido cañón en las que se encuentra. 

Ante la inminente derrota, los árabes transportaron el tesoro por los pasadizos de la cueva y lo escondieron por si la ciudad caía en manos cristianas. La leyenda narraba que todos los árabes murieron y que el tesoro quedó en algún lugar del recorrido secreto. La leyenda también narraba la historia de dos mozos que decidieron buscar el tesoro, se internaron en la cueva y nunca volvieron a salir. La parte por la que se accedía al pasadizo secreto fue tapada por piedras para que la avaricia no volviera a perder a los hombres.

Entrada de Cuevas Lóbregas. 2010



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